El origen de la automatización de las tareas domésticas quizá está con Nicolas Tesla, quien ideó el primer prototipo de control remoto. No fue sino hasta 1901 que la primera lavadora automática apareció y poco después lo harían también el refrigerador y el lavavajillas. La intención del ser humano de hacer más fácil su vida siempre ha estado presente y la tecnología avanza con esa intención.

En poco más de 100 años, que han pasado desde la comercialización de los electrodomésticos hasta el día de hoy, hemos logrado desarrollar microchips, la web, inteligencias artificiales y hasta drones ¿cuál es el siguiente paso de la automatización del trabajo doméstico?
Pensemos en la rutina de la mañana. Probablemente tu teléfono sea tu alarma para despertar, no sólo eso, también mide el tiempo que dormiste e incluso pudo haber grabado tu respiración para saber si tienes algún tipo de problema de salud. Quizá después le puedes pedir a Alexa que ponga tu canción favorita mientras te bañas y tal vez tienes algún electrodoméstico capaz de responder vía bluetooth.

Pero tu rutina podría ser aún más automatizada con la inteligencia artificial, por ejemplo, tu celular podría conocer tus horarios de sueño y variar ligeramente la hora de despertar para que duermas exactamente lo que necesites. Tu cafetera podría tener chips que permitan analizar el PH de tu café para tener la taza perfecta según un foro de internet, e incluso podrías leer las noticias en una pantalla de realidad aumentada que se encuentra en tu ventana.
Según algunos expertos en tecnología hay cuatro ejes que guiarán esta automatización.
1 La miniaturización de los componentes electrónicos necesarios.
2 La automatización guiada por inteligencia artificial y redes neuronales.
3 La conectividad o el llamado “internet de las cosas”.
4 La atomización, que refiere a la capacidad de un aparato para adaptarse a los fines del usuario.

Sin duda es emocionante pensar en todas las posibilidades que estos principios de diseño podrían traer y es claro que aún hay mercado para esto. Pero habría que preguntarnos, por ejemplo, quiénes perderán el trabajo que harán las máquinas y si esto realmente volverá más cómodas nuestra vidas.
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