La aparición del Internet allá en los lejanos 90 marcó un antes y un después en la historia de la humanidad, y es que hoy día difícilmente podemos concebir la vida sin estar conectados con prácticamente todo el mundo. Las redes sociales, las aplicaciones y las ventajas de tenerlo todo al alcance de un clic nos han hecho totalmente dependientes a la web.
Si bien es cierto, son muchas las ventajas que el Internet nos ofrece, actualmente se ha convertido en un campo de batalla en donde se libran guerras que nos ponen vulnerables a todos.
Es bien sabido que las guerras, los conflictos armados y el espionaje han estado presentes desde siempre, y era de esperarse que así como la humanidad y la tecnología han evolucionado y se han adaptado a los tiempos modernos, las guerras y el espionaje hiciera lo mismo en el ciberespacio.
El término ciberarma fue usado por primera vez en el 2000 y desde entonces se ha ido normalizando el escucharlo, y se refiere a todo aquel malware empleado para objetivos militares, paramilitares, de inteligencia o espionaje.
En la actualidad son muchas las empresas que dicen ofrecer servicios de seguridad digital, sin embargo, todo es una fachada para ocultar un negocio de millones de dólares y que al parecer, cada día son más las empresas y los gobiernos que recurren a ellos para proteger sus intereses, aunque digan que sólo buscan mera protección.
Si bien es cierto, las ciberarmas no se ven físicamente, las repercusiones que conlleva usarlas podrían paralizar a países enteros, vulnerar la seguridad de las empresas e incluso tener total acceso a un teléfono celular con tan solo una llamada.
Actualmente los gobiernos y las empresas destinan millones de dólares en complejos programas de seguridad para salvaguardar datos, registros e información que podría ser crucial para iniciar una guerra; atrás ha quedado el tiempo en que las amenazas únicamente provenían de cielo, mar y tierra, hoy el enemigo es invisible y el campo campo de guerra es la red.
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